A menudo veo mucha confusión en torno al término espiritualidad . Algunas personas lo asocian con la religión, mientras que otras lo vinculan con prácticas esotéricas o lo ven como algo inusual o “fuera de lo común”. Me gustaría tomarme un momento para compartir lo que significa la espiritualidad para mí y cómo ha moldeado mi camino personal.
Para mí, la espiritualidad está dentro de todos nosotros, lo reconozcamos o no. Respeto el hecho de que algunos puedan elegir no creer en nada; yo misma estuve en esa situación hace muchos años. Sin embargo, llegué a una conclusión:
Somos seres espirituales que vivimos una experiencia humana. Una vez que aceptamos esta idea, las definiciones abstractas y complicadas en torno a la espiritualidad se vuelven más fáciles de entender.
Definiendo el concepto
Entiendo que algunas personas se dejan guiar más por su mente lógica que por su lado creativo o místico. Sin embargo, si buscamos constantemente “pruebas”, estudios científicos o validaciones, antes de creer que algo es real, corremos el riesgo de perdernos la magia que este mundo tiene para ofrecer.
Muchas de las sincronicidades, coincidencias, oportunidades y conexiones de la vida provienen de una fuerza más profunda e invisible, que considero la fuente mágica de los contratos del alma, el destino y la manifestación. Al permanecer abiertos a esta posibilidad, nos permitimos experimentar la maravilla y la belleza que a menudo se encuentran más allá de la lógica y la razón.
Ser espiritual no consiste en adherirse a una religión basada en un dogma ( un principio o conjunto de principios establecidos por una autoridad como incontrovertiblemente ciertos; por ejemplo, si haces X, irás al infierno o vivirás en pecado), seguir una tradición esotérica particular o practicar rituales estructurados o meditación. En cambio, la espiritualidad consiste en ser tú en el sentido más verdadero y auténtico, conectado con la esencia de tu alma y los estados superiores de conciencia dentro de ti (a los que a menudo se hace referencia como tu yo superior, que eres tú en un poder superior).
Se trata de reconocer que todos somos chispas de luz dentro del universo y parte de algo más grande. Ya sea que lo llames Dios, el Universo, la Fuente o cualquier otro nombre, la etiqueta en sí no importa. En mi opinión, la espiritualidad consiste en conectarse con esta presencia más grande, sea lo que sea lo que signifique para TI.
Fe, Propósito y Conexión
La espiritualidad implica tener fe en algo más grande que nosotros mismos, tener una mente abierta y permanecer fieles a nuestro corazón y al propósito de nuestra alma. Sé que estas experiencias pueden traer consigo muchos desafíos dependiendo de las vidas pasadas y la evolución de nuestra alma, pero esta vida que estamos experimentando como humanos es un regalo y nunca podemos estar seguros de cuánto durará.
En esencia, todos venimos de la misma fuente y regresamos a la misma fuente. En el fondo, somos uno. Si observamos las enseñanzas de varias religiones y tradiciones espirituales, en última instancia concluyen en una verdad fundamental: el amor es la respuesta y todos estamos conectados. Quiénes somos, de dónde venimos o cómo nos vemos no cambia esta conexión compartida.
Para mí, la espiritualidad en su forma más simple consiste en tomar conciencia de uno mismo, comprender quién eres realmente, reconocer lo que quieres en la vida y alinear tu vida con la esencia de tu alma y su propósito. Y no, esto no tiene por qué ser un propósito complicado, una meta enorme o un logro materialista, pero puede ser cualquier cosa que resuene en tu corazón.
Lo que damos, Recibimos
La espiritualidad nos enseña un principio sencillo: lo que damos, recibimos; lo que somos, atraemos. Cuando actuamos desde el amor y la bondad, creamos un efecto dominó positivo en nuestras vidas y en las vidas de los demás.
Sin embargo, abrazar la espiritualidad no significa estar siempre alegre, amoroso y “lleno de luz”. La verdadera conciencia espiritual surge de la comprensión y la aceptación de nuestra naturaleza dual: la luz y la sombra.
Sin oscuridad no puede haber luz. Si no reconocemos y aceptamos las partes “menos agradables” de nosotros mismos o de nuestro pasado, no podemos crear un espacio pleno para la sanación, el crecimiento y la luz.
Caminando por tu propio camino espiritual
Creo firmemente que la espiritualidad no consiste en seguir ninguna práctica, sistema de creencias, religión o dogma específico. El verdadero viaje espiritual es profundamente personal. Se trata de sintonizarse con los llamados del alma, escuchar la sabiduría de tu ser superior y dejarse influenciar menos por el control, los pensamientos negativos, las circunstancias externas o las presiones.
Todos estamos hechos de poder divino, amor y luz. Estas cualidades existen dentro de cada uno de nosotros y esperan ser descubiertas a medida que recorremos el camino de la vida.
Aceptación sin juicio
Dejemos de juzgar a los demás por sus creencias, prácticas o “niveles” percibidos de despertar. En esencia, todos estamos conectados. Simplemente recorremos caminos diferentes, a veces en paralelo, a veces a ritmos diferentes, y eso está perfectamente bien.
La belleza de la espiritualidad reside en esta verdad: todos somos parte de la misma energía universal, que aprende y evoluciona a nuestro propio ritmo. Cuando aceptamos el amor, la aceptación y la comprensión, podemos honrar esta conexión y apoyarnos mutuamente en nuestros viajes únicos.